Katársis Electrónika

Cuatro días en la fortaleza donde la música todavía se vive (y no se graba)

Por Alexis Mayer

Del 10 al 13 de julio, como cada año desde 2001, la imponente fortaleza de Petrovaradin, en Novi Sad, Serbia, volvió a transformarse en un templo musical viviente para celebrar el 25º aniversario del EXIT Festival. Cuatro días, más de 40 escenarios, decenas de pasadizos escondidos, estructuras de andamios, murallas vibrantes de historia y sonido. EXIT es más que un festival: es una experiencia que, para quienes la viven, deja una marca distinta.

 

 

Jueves 10 — El arranque: de la calma al ritual

Desde que aterrizamos en el aeropuerto de Belgrado, notamos algo curioso: no se sentía el clásico clima de festival. Tampoco en Novi Sad. Nada de caos, ni hordas de gente vestida para Instagram. Todo era sorprendentemente tranquilo… hasta que nos acercamos al puente que conecta la ciudad con la fortaleza de Petrovaradin.

 

Ahí, la atmósfera comenzaba a cambiar. Comercios improvisados alineaban neveras llenas de cervezas frías directamente en la calle. La música flotaba en el aire, y la gente ya empezaba la previa como debe ser: compartiendo, riendo, calentando motores. Se respiraba fiesta.

 

Musicalmente, el día fue de alto calibre. En los 11 escenarios principales, nombres como Tiesto reventaron el Tesla Universe Stage, mientras en nuestra base de operaciones —el legendario Dance Arena— vivimos los sets de Nina Kraviz, Amelie Lens, ¥ØU$UK€ ¥UK1MAT$U, y un explosivo b2b entre Dyen y Nico Moreno. Aunque no fue el día que más nos convenció en cuanto a actuaciones, el ritual ya había comenzado, y la energía prometía.

 

Viernes 11 — Exploración, descubrimientos y un cierre glorioso

El segundo día fue de reconocimiento y descubrimiento. EXIT es inmenso, y moverse con estrategia se vuelve esencial. Entre saltos de stage en stage, encontramos joyas inesperadas: nos quedamos un buen rato en el CURIOUS X HOUSE STAGE by IQOS, donde el trío Mount Rouge nos sorprendió con un sonido que nos recordó al mejor Afterlife de 2020: melódico, profundo, emocional.

 

Cerramos la noche, como no podía ser de otra forma, en el Dance Arena, con Eric Prydz desplegando su habitual artillería audiovisual, y Hot Since 82 poniendo punto final a una noche épica ya con el sol en el cielo. El público empezaba a multiplicarse, pero sin que la experiencia se volviera caótica: EXIT seguía respirando libertad.

 

Sábado 12 — El éxtasis

Sin dudas, el mejor día del festival.

 

Abrimos la jornada con una grata sorpresa: Ogazon, a quien no habíamos escuchado antes, nos regaló una sesión impecable. Técnica, selección musical y groove: puro disco en su mejor versión. Uno de los highlights del fin de semana.

 

Luego pasamos por el NSNS Stage Refreshed by Heineken, donde vimos a Lorenzo Raganzini y Paolo Ferrara. Lo diremos claro: podríamos haberlo evitado.

 

Afortunadamente, el cierre fue memorable. Ya con el cielo estrellado y el Dance Arena rebosando energía, Solomun se adueñó del escenario. Fue una clase magistral de cómo leer y llevar una pista: éxtasis puro, con una sesión extendida 30 minutos extra ante un público completamente entregado. También sonaron artistas como I Hate Models, Biia y otros nombres potentes en distintos escenarios, pero ese sábado será difícil de superar.

 

Domingo 13 — El cierre con nombre propio

El último día no bajó el ritmo. El cartel estaba a la altura: Indira Paganotto, Sara Landry (por separado y en un explosivo b2b matutino), DJ Snake, los míticos Sex Pistols… EXIT se despidió con fuerza y diversidad. Para nosotros, fue día de celebración y despedida: recorrimos rincones, nos dejamos llevar por los últimos beats y cerramos la experiencia con una sonrisa que lo decía todo.

 

EXIT en números (y sensaciones)

En resumen: un festival con producción impecable. Buen sonido en la mayoría de los escenarios, abundancia de baños y barras (sí, se agradece), accesos fluidos y una organización a la altura. Pero por encima de eso, un público entregado y un ambiente genuino, donde todavía se va a bailar y no solo a grabar stories.

 

EXIT no está contaminado (todavía) por la fiebre del postureo. Y eso, en 2025, es casi un milagro.

 

 

Entrevista: Patrick Thomas — La visión desde dentro

 

Durante el festival, tuvimos la oportunidad de charlar con Patrick Thomas, DJ que actuó en EXIT en 2006 y que hoy forma parte del equipo organizador. Su historia resume el espíritu de EXIT: pasión, cultura, historia y comunidad.

 

Nacido en Armenia en 1985, Patrick vive en Serbia desde los 9 años. Hoy está radicado en Novi Sad, ciudad que define como multicultural, histórica y viva.

Aunque la escena electrónica local ha menguado, Patrick cree que hay una nueva ola de productores y festivales que la están revitalizando.

Su rol en el festival es logístico, pero crucial: coordina el traslado de artistas e invitados durante los cuatro días de evento.

Tocó en EXIT en 2006, lo que le abrió puertas internacionales (incluso una invitación a Tresor, Berlín), aunque problemas de ciudadanía truncaron momentáneamente esa etapa.

 

Considera que EXIT es vital para la ciudad, tanto económica como culturalmente. En sus palabras:

“El festival es como la Pascua o Año Nuevo. Marca el año de los ciudadanos. Sin él, Novi Sad perdería un órgano vital”.

Sobre la situación actual con el gobierno y la retirada de fondos oficiales, Patrick es cauto, pero esperanzado:

“Hay rumores, sí, pero prefiero esperar anuncios oficiales. EXIT ha resistido mucho, y creo que seguirá haciéndolo”.
Y, por supuesto, no podía faltar la pregunta clave:

 

¿Cuál es tu escenario favorito?

 

“El Dance Arena es el ganador absoluto. ¡La vista, la energía, el sonido y la experiencia son inigualables!”

 

¿Repetiríamos?

 

Sin pensarlo.

 

EXIT es un festival con alma. Con historia. Con un entorno único. Un lugar donde lo musical, lo cultural y lo humano se funden en una experiencia que no necesita filtros.

 

Un lugar donde todavía se baila por amor a la música.

 

Y mientras siga así, EXIT no será solo un destino. Será un ritual al que volver.